Un recorrido por barrios comerciantes de aletas de tiburón en Hong Kong es el testimonio desgarrador de cómo todavía se comercializan abiertamente dichos productos. Además, hay conexiones directas entre la caza de tiburones y la caza de delfines, y de ellas otra vez a la industria del acuario.
“¿Esas son aletas de tiburón, no?” En realidad, solo intentábamos explorar la zona cerca de nuestro hotel en Hong Kong, pero ni bien llegamos a la Des Voeux Road, una calle tradicional de compras, el conservacionista marino Sasha Abdolmajid se plantó fuera de una tienda, apuntando a un estante. Estaban allí, apilados en lo alto, cartilaginosos, amarillentos, productos animales blanqueados. Su forma lo dejó claro de una vez: estas eran las aletas de tiburón…
Nos quedamos en shock. Fue desconcertante. No solo porque nos habíamos encontrado inesperadamente frente a las aletas de tiburón, sino también debido a la cantidad. Había estantes llenos de cortes de ellas, aletas de tiburón secas en un sinnúmero de bolsas. Perplejos, entramos, y nos encontramos con que casi todas las tiendas estaban ofreciendo abiertamente lo mismo: aletas de tiburón.
Debía haber cientos de miles de ellas que podíamos ver a una distancia de quizás 400 metros a lado y lado de la calle. Algunas eran pequeñas, otras eran francamente gigantescas. Horrorizados, incluso descubrimos una aleta de tiburón ballena. Y eso que solo estábamos mirando los escaparates de las tiendas, no entramos a los almacenes ni a los patios conectados a ellos…
Aletas de tiburón sin vender
Una verdadera pesadilla. Estábamos casi por accidente en el centro de este barrio, donde se venden las aletas de tiburón, y en China éstas son codiciadas para hacer una sopa totalmente sosa de aleta de tiburón. Algunos comerciantes nos persiguieron hasta lejos cuando queríamos fotografiar y filmar, pero otros nos dieron la bienvenida y hablaron abiertamente a la cámara, como si estuvieran hablando de mermelada o conservas. El negocio no va bien, nos informaron. La demanda ha caído casi unos dos tercios, por eso las estanterías estaban llenas, las bajas ventas significan que las aletas solo sirven para calentar las estanterías. “Dentro del horror, por lo menos un pequeño rayo de esperanza”…
Pero las imágenes se quedaron en mi mente durante días. En mi imaginación podía ver todos estos tiburones nadando en el océano. Lo he visto de primera mano buceando, en documentales y también en los videos para el proyecto Visión NEMO, la puerta de entrada multimedia e interactiva al océano de la Fundación Franz Weber (FFW). Decenas de miles, cientos de miles de tiburones han perdido la vida por comerciar de esta forma, todo por una parte del cuerpo seca, dura e insípida.
Carne de delfín como carnada
Veo en mi mente cómo estos seres hermosos, de gran sensibilidad, que están perfectamente adaptados a su entorno, y que como “guardianes de la salud” juegan un papel clave, absolutamente esencial, en el equilibrio de los océanos, son capturados. Un millón de veces. Cómo se retuercen de dolor en el gran gancho de pesca del que cuelga todo su peso, perforados y con la boca sangrando. A medida que son arrastrados a bordo con una violencia brutal, donde los hombres esperan con cuchillos afilados… y cortan todas sus aletas. ¡Los tiburones están vivos! ¡Y son mutilados, vivos! Y luego arrojados de nuevo al mar. Poco a poco, bajo tormentos indescriptibles, perecen…
Hong Kong es un centro de aletas de tiburón de todo el mundo, incluso aletas provenientes de Perú e Indonesia. Los seres humanos cazan a los cazadores de los mares, con excesos particularmente brutales. La carne de delfín se utiliza a menudo como cebo en los anzuelos. De acuerdo con estimaciones de la organización socia de la WWF, OceanCare, alrededor de 15.000 delfines sufren una muerte horrible a manos de asesinos de tiburones en el Perú cada año. Así que los consumidores de sopa de aleta de tiburón en Asia Oriental también son responsables de la mayor matanza de delfines de la Tierra.
La caza de delfines para acuarios
Estos hechos impactantes ilustran indirectamente la codicia y el cinismo descarado de la industria del acuario. En la localidad pesquera japonesa de Taiji, la venta directa lucrativa de los delfines para delfinarios es la motivación que mantiene la caza de delfines viva, y cientos de mamíferos marinos siguen siendo sacrificados allí cada año.
Sin embargo, acuarios y delfinarios no se cansan de afirmar que ofrecen “educación ambiental” al público y que “generan conciencia”, para ocultar sus intenciones puramente comerciales. Un absurdo, porque Japón, el país con el mayor número de delfinarios del mundo, es también el único país del mundo donde la masacre sistemática de diferentes especies de delfines sigue siendo legal.
¿”Educación” y “conciencia”? China, un país con decenas de grandes acuarios que exhiben tiburones, es, por su hambre de aletas de tiburón, aunque finalmente esté disminuyendo, responsable de que millones de tiburones mueran bajo los cuchillos de los cazadores.
Y antes de que los operadores de acuarios en los países occidentales hipócritamente señalen con el dedo a Asia Oriental con la afirmación de que todo es mejor aquí, hay que destacar que los tiburones son cazados también para el entretenimiento en nuestros acuarios locales, incluyendo el Oceanarium previsto en Basilea, Suiza, si se construye. Especies de vida salvaje, que han sido diezmadas a raudales y que están en peligro de extinción, capturadas con el pretexto de la “educación” y “conciencia”, ¿cómo es posible eso?
Visión NEMO como una solución
Sin embargo, la esperanza y el consuelo perduran por dos razones. En primer lugar, un video actual de México de un encuentro con un pequeño de siete metros de largo: un gran tiburón blanco. Esto demuestra que aún quedan algunos ejemplares gigantes de esta especie en peligro de extinción. El tiburón era una hembra embarazada.
Y en segundo lugar, Visión NEMO, para el cual el experto buceador sueco y embajador del proyecto, Roger “Sharkman” Michel, logro la captura de imágenes únicas de vídeo de encuentros con grandes tiburones blancos en aguas abiertas, que muestran la elegancia perfecta y la belleza de estos majestuosos animales, ya que nadaron pacíficamente junto a él.
Una vez más la experiencia lo aclara: los acuarios son una reliquia anticuada del siglo pasado; perjudiciales para el medio ambiente, un tormento para los animales y no sirven para la tan necesaria sensibilización de las personas hacia el océano y sus habitantes. La solución moderna es obvia: proyecto Visión NEMO, la ventana multimedia e interactiva al océano.
Traducción Esther López, Kenny Ming y María Emilia Meini